Construir el paisaje | MADRID 2023

Construir el paisaje

Apuntes y obras sobre la 
arquitectura de Antonio Palacios

CASA DE GALICIA
c/ Casado de Alisal, 8. MADRID
De lunes a sábado, de 10 a 14h y de 16 a 20h
Domingos y festivos, de 10 a 14h
Del 5 al 29 de septiembre de 2023
Si alguien hizo realidad la utopía, anticipándose a la modernidad pero con un ojo puesto en el pasado, fue Antonio Palacios. La erigió incorporando libremente arquitecturas dibujadas en sus múltiples viajes, superponiendo capas y tejiendo un encaje de detalles simbólicos a esos cuerpos rotundos e inexpugnables, cobijando espacios bajo emergentes batolitos o dentro de firmes y enormes caparazones prehistóricos, sólida y orgánicamente anclados. Constructor de la ilusión granítica compuso, en su osado juego volumétrico de excepcional equilibrio entre el lleno y los vacíos, grandes catedrales modernas, rotundos colosos aglutinadores de fantasía ecléctica, que encierran y a la vez liberan algo de egipcio, de gótico, de islámico. Algo exuberante, monumental y al mismo tiempo sincero y popular.

La estratificada arquitectura de Palacios induce a un recorrido visual marcadamente vertical. En ocasiones, al elevarse, desmaterializa el edificio fragmentando los volúmenes, como sucede en las torres del Palacio de Telecomunicaciones que peinan el cielo de Madrid. En otros bocetos desnuda al Banco Mercantil de historicismo a medida que avanza en altura, culminándolo en un prisma puro de aristas vivas, universal y atemporal. El recreo escultórico que hace Palacios en las pieles invita a dar placenteros saltos a los contrastes de luces y sombras, a los profusos detalles, obligando a explorar cómo compone con pequeñas piezas algo tan grande. En definitiva, a descubrir cómo construye.

¿De qué forma aborda una pintora de atmósferas toda esa rotundidad pétrea? Paisajista emocional, Amelia Palacios se posa suavemente ante el edificio, delinea los cuerpos, reconstruye esos paisajes despojados de su matérica existencia en una simplificación geométrica que deslinda el aire y la piedra, lo blando y lo inquebrantable, de manera que su sigiloso arrimo ilumina las líneas superficiales que definen el volumen. Así es su siempre delicado acercamiento a la figuración.


Amelia, ave solitaria, soñadora empedernida anidada en las torres, desdibuja la base y se lanza a los perfiles que recortan el cielo. Eleva la vista, y en esa mirada hacia arriba, desvinculada del suelo, obvia el anclado basamento y prescinde en su vuelo de los detalles aéreos y las historiadas coronas. Vigilante en las alturas, constructora de vacíos, reina y señora de la mancha, retrata esta vez con líneas la fantástica y corpórea solidez surgida en la niebla, emergida de la nada, dándosela a la luz y viajando a su pasado, indagando en su existencia, tal vez a la búsqueda de su propia esencia.

Marta Guirado Aramburu

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